¿Quiere de verdad Estados Unidos negociar los aranceles con la UE?

Para entender si la Administración Trump realmente busca negociar con la UE un acuerdo sobre los aranceles que sea aceptable para ambas partes, es necesario analizar qué hay detrás de dichos aranceles.
En este sentido, resulta esclarecedor un reciente discurso de Steve Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Trump y uno de los principales ideólogos de la nueva política comercial de Estados Unidos.
El 7 de abril, apenas cinco días después del anuncio de Trump sobre los aranceles universales de al menos un 10% para todos los países, y un 20% para la UE, que se sumaban a los ya establecidos al acero, el aluminio y los coches en marzo, Steve Miran pronunció un discurso en el Instituto Hudson, uno de los think tanks conservadores más influyentes de Estados Unidos. Miran afirmó que Estados Unidos proporciona «bienes públicos globales» en dos áreas: defensa y activos de reserva. El «paraguas de seguridad» desplegado por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, principalmente a través de la OTAN, es indiscutible.
Cuando Miran menciona el dólar y los bonos del Tesoro estadounidense como activos de reserva, se refiere, por ejemplo, al hecho de que gran parte del comercio internacional (incluso sin la participación directa de EEUU) se realiza en dólares, debido a la condición de Estados Unidos como proveedor de reservas. Es decir, las transacciones en dólares están respaldadas por bonos del Tesoro estadounidense. Esto implica que la economía norteamericana debe garantizar la solvencia de esas reservas. El dominio financiero de Estados Unidos no sólo le otorga influencia en la escena internacional, sino que también mantiene al dólar fuerte, lo que encarece las exportaciones estadounidenses. Según Miran, el papel del dólar como moneda de reserva ha provocado su sobrevaloración. Sin embargo, Trump ha dejado claro en numerosas ocasiones que Estados Unidos está comprometido a seguir siendo el proveedor de reservas globales, consiente del poder que esta condición otorga.
Para resolver ese dilema, Miran propone «compartir la carga» de la provisión de estos bienes públicos globales: defensa y activos de reserva. Los cinco ejes que plantea desafían no solo diversas teorías económicas y el funcionamiento de los mercados financieros, también principios fundamentales de la física.
Primer eje: Según Miran, otros países deben aceptar aranceles sobre sus exportaciones a Estados Unidos sin represalias, lo que generaría ingresos para el Tesoro estadounidense y financiaría la provisión de bienes públicos. Esta propuesta, además de audaz, es contraria al legítimo interés de la UE y el resto de actores en contrarrestar la coerción económica de Estados Unidos que supone una violación de los principios básicos de la Organización Mundial del Comercio. La resolución de las futuras negociaciones se situará, por tanto, en la intersección entre los aranceles impuestos por Trump como parte de su estrategia negociadora y su necesidad de éstos como fuente de ingresos para financiar las reducciones fiscales prometidas en su campaña electoral. Este último aspecto (los aranceles como ingresos para las arcas públicas) dejan claro que el presidente Trump no aceptará volver a unos aranceles bajos como es el statu quo.
Segundo eje: Miran sostiene que otros países deben cesar sus «prácticas comerciales injustas y dañinas» y abrir más sus mercados para comprar más productos estadounidenses. Entre lo que él considera prácticas injustas se encuentra, por ejemplo, la política de seguridad alimentaria europea. La UE considera riesgos para la salud pública algunas prácticas estadounidenses, como el uso de hormonas de crecimiento en la carne de vacuno, el etiquetado insuficiente de los organismos modificados genéticamente y el lavado de las aves de corral con cloro. La Administración Trump pretende dictar a la UE qué legislación puede o no adoptar, lo cual choca frontalmente con la autonomía regulatoria europea. Consciente de las dificultades que esto implica, Trump busca alianzas con partidos políticos que puedan respaldar su agenda dentro de la UE. ¿Son conscientes sus aliados en Europa de que el presidente de Estados Unidos espera de ellos la rebaja de los estándares europeos en áreas como la protección del consumidor, por ejemplo?
Tercer eje: Miran reclama que los países aliados aumenten su gasto en defensa, pero con la condición de que adquieran más equipos militares fabricados en Estados Unidos, y no para fortalecer la base industrial militar europea. Si bien las demandas estadounidenses de una mayor responsabilidad europea en defensa son justificadas, esa mayor responsabilidad debe ir necesariamente acompañada de más autonomía en este ámbito. Además, no se puede esperar que la UE y sus Estados miembros pasen por alto el carácter de la defensa como actividad económica, que no solo puede incrementar la autonomía estratégica europea, sino también mejorar nuestra competitividad económica.
Cuarto eje: Miran insta a las empresas extranjeras a instalar sus fábricas en Estados Unidos para evitar los aranceles. Sin embargo, si todas las fábricas se ubicaran en aquel país, surge la pregunta de quién compraría esos productos en un mundo donde la riqueza estaría concentrada en Estados Unidos.
Quinto eje: Miran propone impuestos a los inversores extranjeros que compren bonos del Tesoro norteamericano, con el objetivo de financiar los bienes públicos globales.
Estas propuestas pueden tener un recorrido en el ámbito político, pero los mercados rápidamente perciben la realidad económica y entienden que Estados Unidos depende tanto del capital extranjero que fluye hacia él, como los inversores extranjeros se benefician de la enorme liquidez de los mercados financieros estadounidenses. Las políticas volátiles y contraproducentes de la Administración Trump están erosionando rápidamente el atractivo de los activos en dólares. Por ello, Trump parece haber iniciado una reversión en su postura sobre los aranceles «recíprocos» universales, buscando negociar durante los próximos tres meses. En respuesta, la UE también ha suspendido su reacción a los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio para el mismo período. Esperemos que lo que la Administración estadounidense busque negociar sean acuerdos comerciales y no simples declaraciones de capitulación. Conociendo el razonamiento detrás de los aranceles, parece claro que el terreno para un acuerdo potencial no será uno en el que ambas partes salgan ganando. El «reparto de la carga», según los ideólogos de los aranceles excesivos de Estados Unidos, se basa en el sufrimiento de sus aliados.
Independientemente del resultado de las futuras negociaciones, una cosa parece clara: la Administración Trump ha eliminado las reglas internacionales del comercio. ¡Cuidado con lo que se desea! Porque siempre hay alguien mejor que uno mismo en no cumplir las reglas.
Eva Poptcheva, Ex eurodiputada, alta funcionaria de la UE